viernes, 14 de mayo de 2010

No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los he elegido

Juan 15,9-17

Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor.
Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.
Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado.
No hay amor más grande que dar la vida por los amigos.
Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando.
Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá.
Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.

El texto: tejido
- ¿Quién es la fuente originante del amor? ¿Cómo podemos “permanecer” en el amor de Jesús y del Padre?
- ¿Qué “signo” nos da Dios para saber si “permanecemos” en su amor? (v 11).
- ¿Puede el amor convertirse en un “mandamiento”? ¿Cuál es la “medida” del amor al que estamos invitados?
- ¿Qué novedad en la relación con Dios introduce Jesús en el v. 15 respecto del AT?

La trama vital...
- “Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes.” La expresión de Jesús me resulta muy fuerte: Tal como Él es amado por el Padre –ese amor que lo generó y le dio identidad antes de todos los siglos– el Hijo nos ama a nosotros, a cada uno. Es que Dios no tiene “segundas marcas” de amor. No hay en Él sino “Amor Eterno” por cada uno de sus hijos (cf. Jer. 31,3). Y ese amor –que es su propia esencia– lo lleva a la “locura” de donarse sin medida donando lo más amado: “Porque Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna” (Jn 3, 16) ¿Acaso podríamos amar sin entregarnos totalmente y sin reservas? ¿Es verdadero amor aquel que pone condiciones para amar?
- “Permanezcan en mi amor.” Al permanecer en el amor, permanecemos en el abrazo eterno del Padre. Y ese abrazo es Vida-Amor-Eterno regalado a nosotros. Estamos en el Hijo y el Padre por la acción del Espíritu que nos permite “permanecer” en el Amor. ¿Qué más nos podría dar Dios? Para que tengamos Vida y Vida abundante ha venido a donarse totalmente el Hijo a la tierra para que –en esa misma dinámica– nosotros podamos donarnos por Cristo, con él y en él al Padre, fuente de Vida eterna. (cf Jn 10,10).
- “Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.” Los “mandamientos” son parte del Pacto que –como en el Sinaí– Dios quiere realizar con su Pueblo. Aquí sellan la Nueva Alianza que Jesús quiere realizar con nosotros antes de volver al Padre. Éstos se resumen en un único mandamiento: “ámense… como yo los he amado”. Puesto que es lo que él ha hecho: amarnos como el Padre nos ha amado. Jesús nos invita a continuar esta dinámica de amor hasta volver de nuevo al Padre compartiendo su Vida y su intimidad (cf. Jn 17,21).
- “…para que mi gozo sea el de ustedes…” Y la señal de que amamos y permanecemos en el amor es que –aún en medio de las situaciones más adversas de la vida– el gozo-felicidad de Dios permanece en nosotros. Quien ama es el verdadero “Bienaventurado” porque está invitado a compartir nada menos que la misma “Felicidad Eterna” de la Trinidad.
- “No son ustedes los que me eligieron a mí…” Hoy, la fiesta de San Matías, apóstol, nos recuerda esta elección gratuita de Dios. Él fue agregado al grupo de los Doce, en sustitución de Judas, para ser, como los demás apóstoles, testigo de la Resurrección del Señor (cf Hch 1, 15-26). Matías no fue llamado “El Justo” como José-Barsabás, no aparece con ningún mérito personal sobresaliente, pero compartió la vida de Jesús desde el inicio de su ministerio. También él fue llamado para estar con él –en primer lugar– (cf. Mc 3,13-15) y anunciar el Evangelio con su misma Potestad: “Como el Padre me envió…” (Jn 20,21). Es decir, desde la misma relación de intimidad que él tiene con su Padre, nos envía a nosotros. Desde el mismo estar-permanecer que el Padre y el Hijo comparten eternamente. Por eso nuestro llamado es mucho más profundo que simplemente “hacer el bien”. Estamos llamados a estar-permanecer en la intimidad misma de Dios y desde ella –porque hemos sido amados primero– hace! r la voluntad del Padre: amar como el Hijo nos ama, hasta dar la vida. Puesto que “Jesús no confía su Evangelio a quien no ha dado su propia vida” (Comentario Rector Mayor Aginaldo 2010. 4).

... y su hilo donboscano
- (Ver viernes 7 de Mayo). Don Bosco tuvo numerosos colaboradores. Sin embargo, comprendió que la Congregación que continuaría su Obra a través del tiempo debía nacer de los mismos chicos que estuvieron con él desde los orígenes del Oratorio: Miguel Rúa, Juan Cagliero… Ellos que habían hecho la experiencia del amor preventivo de Don Bosco eran quienes podían hacer lo mismo por otros pibes. Quienes desde el estar-permanecer con don Bosco en Valdocco supieron “Hacer de Don Bosco” para tantos chicos pobres del mundo. (Cf. www.salesianosloyola.es/attachments/134_Boletín on line 2009 Formato.pdf).

Enlazándonos al Hilo Primordial
- Me descubro invitado a hacer oración con el Himno de la Caridad (1Cor 13). Sabiendo que ese es el modo como el Padre me ama y que, por lo tanto, también estoy llamado a practicar.

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